El Muro de Berlín: 25 aniversario de la caída del Muro

María Bausán María Bausán
de estilo industrial por NSTUDIO, Industrial
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Si hay una ciudad en la que la historia ha dejado cicatrices en su piel, esa es sin duda Berlín. Cicatrices que, lejos de afearla, la convierten en una de las ciudades más especiales y curiosas del mundo. Y es que esta ciudad, que durante un tiempo fueron dos, es hoy mil Berlines diferentes: un lugar cosmopolita e intercultural donde todo es posible, una ciudad que un día estuvo dividida y que hoy comparte su espacio con gente llegada de todas las esquinas del mundo en busca de un sueño, de un ideal. Berlín, tan gris, tan sucia, reluce hasta cuando no hace sol, tanta es la energía que desprende ella y aquellos que la habitan. En estos días de otoño brilla más si cabe, tanto como los árboles dorados del Tiergarten, o las fachadas acristaladas de Postdamer Platz. El motivo, un aniversario muy especial. Se cumplen 25 años desde la caída de un muro de hormigón de apenas 3,60 metros que separó en dos bloques una ciudad, pero también el mundo entero. Fue la noche del 9 de noviembre de 1989 cuando una marea de ciudadanos pacíficos y esperanzados se acercaron a los puntos fronterizos para exigir la apertura de fronteras. Y fue así como el telón de acero, tan rígido y pesado, se desplomó con la misma fragilidad que una torre de naipes. Y aquella noche en Berlín, que volvía a ser una sola ciudad, corrieron ríos de cerveza. 

25 años sin Muro

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© Foto : Uwe Gerig

Han pasado dos décadas y media y desde entonces muchas cosas han cambiado en esta ciudad. Los más nostálgicos afirman que su momento ya pasó y que fueron los noventa, con la explosión social y cultural que vivió la ciudad, los años en los que esta ciudad se convirtió en el lugar más underground del mundo. Quizá se han ido cerrando casas okupas y los precios de los alquileres suben cada año más, poniéndoselo más difícil a los artistas y buscavidas que acaban con sus huesos en esta ciudad, pero lo cierto es que Berlín no mejora ni empeora, solo se transforma a medida que sus habitantes se transforman también.

Pero volviendo a la historia, si hay algo que se mantiene inmutable en Berlín y, en general en toda Alemania, es el anhelo de recuerdo, de proteger la memoria histórica de esta ciudad y de este país. Caminar por sus calles es hacerlo entre multitud de placas, monumentos y obras de arte que hacen una autoreflexión sobre su propia historia. Y como no podía ser menos, este fin de semana todo Berlín será una fiesta, un lugar de recuerdo, de homenajes, de charlas y reflexiones.  

Una de esas actividades nos ha llamado en especial la atención. Organizada por el Ayuntamiento de Berlín, en colaboración con la Kulturprojekte Berlín y Robert Sociedad Havemann, esta intervención artística urbana llevará la luz a aquella frontera que durante 28 años llenó de oscuridad la ciudad. Os contamos más sobre este elegante y poético proyecto más adelante. Ahora, recordemos un poco de historia.

Un poco de historia

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Para hablar de la caída del Muro de Berlín antes hay que recordar cómo se llegó hasta él. Para eso tenemos que irnos hasta 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial. Es entonces cuando la ciudad, y el país entero, se divide en cuatro zonas de control, dirigidas por cada país aliado que había ganado la guerra: la URSS, EEUU, Francia y Reino Unido. Pero la colaboración entre estas cuatro naciones es corta. En 1948, la Unión Soviética pone fin a sus relaciones de cooperación con sus homólogos occidentales y se prepara para crear un estado socialista independiente: la República Democrática Alemana, con capital en Berlín Este.  

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Las presiones para que el resto de aliados renuncie a su parte de la ciudad acaban en un bloqueo a Berlín Oeste que mantuvo sitiada la ciudad durante casi un año, solo abastecida por el puente aéreo que los americanos establecieron con la parte oeste de la ciudad. Aquello fue el principio de una división estatal, pero también de contrastes entre bloques y estilos de vida que provocó un movimiento migratorio sin precedentes en la RDA: en 12 años, alrededor de 2,7 millones de personas se marcharon a la República Federal Alemana. Como medida para cortar esa sangría demográfica, se decidió construir un muro. Fue la noche del 12 al 13 de agosto de 1961. Había nacido el tristemente famoso Muro de Berlín.

El Muro, que en realidad eran dos entre los que se abría una tierra de nadie salpicada de torres de vigilancia, alambres de púas, láminas de barrera y patrullas, se extendía a lo largo de 155 kilómetros por la ciudad y la región colindante. En ella había solo 25 puntos de cruce con un tránsito tan limitado y restrictivo que en realidad no abarcaba al grueso de la sociedad. El más famoso de estos, el Checkpoint Charlie, es hoy un lugar de peregrinaje para los turistas que pisan por primera vez la ciudad.

La conmemoración

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© Kulturprojekte Berlin_WHITEvoid / Christopher Bauder, Foto: Daniel Büche

Del 7 al 9 de noviembre, durante dos días y dos noches, aquellos que visiten la ciudad de Berlín se encontrarán una frontera de globos blancos brillantes que les marcará el camino que hace 25 años seguía el muro. Será solo una parte, 15 kilómetros, pero suficientes para descubrir cómo ha cambiado el perfil de la ciudad durante estas dos décadas y media. 

El proyecto ha sido creado por los hermanos Christopher y Marc Bauden y el equipos creativos de Whitevoid baudenfilm, apoyado por la institución Kulturprojekte Berlín. La idea es recordar de una manera poética y luminosa algo tan brutal como fue el Muro. El proyecto pretende ser también un homenaje a todos aquellos ciudadanos anónimos de Alemania del Este que en lo que se conoce como la Friedliche Revolution, la revolución pacífica, se rebelaron en contra de la dictadura comunista de la República Democrática Alemana.

El recorrido

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© Kulturprojekte Berlin_2014 WEW FU Berlin IGB

La intervención, llamada Lichtgrenze, frontera de luz, no ocupará los 155 kilómetros por los que se extendió el Muro, pero en sus 15 kilómetros de recorrido, tal y como vemos en esta simulación, ocupara el corazón de la ciudad de Berlín, pasando por algunos de los lugares más emblemáticos de su historia. 

El recorrido comienza justo por el final, en Bornholmerstrasse. Este fue el primer checkpoint que la noche del 9 de noviembre de 1989 abrió sus puertas y dejó pasar a los alemanes del este que se aglomeraron a sus puertas. Desde ahí, estos globos brillantes continuarán hacia la Bernauerstrasse – uno de los puntos calientes del recorrido- donde se encuentra el Memorial del Muro de Berlín. Callejeando por donde lo hacía el muro, esta frontera de luz alcanzará el Reichstag y las famosas Puertas de Brandenburgo. A continuación, llegará hasta la Potsdamer Platz, lo que fue el centro de la vida social y comercial en el loco Berlín de los años veinte, y que se convirtió en tierra de nadie durante los años de la Guerra Fría, pasando por el famoso Checkpoint Charlie y desembocando hasta el barrio de Kreuzberg para luego recorrer la East Side Gallery y terminar en el Oberbaumbrücke un puente sobre el río Spree, que al caer el muro unió Oriente y Occidente, y hoy es un símbolo de la unidad de Berlín.

Y tras el aniversario, ¿qué?

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Pasado el fin de semana, la ciudad recuperará la calma. En nuestro continuo ir y venir, los habitantes de esta ciudad cruzaremos una y otra vez las antiguas fronteras, nos pararemos en estaciones de metro que durante mucho tiempo estuvieron tapiadas, compraremos coca-cola en Prenzlauer Berg y saludaremos a los Ampelman -los famosos hombres de los semáforos de la RDA- en pleno corazón de Ku´damm. Aquí, en esta ciudad que fueron dos pero hoy son mil, 25 años después muchas heridas se han cerrado. Por suerte quedan las cicatrices, hermosas y terribles, para recordarnos lo que fuimos e indicarnos lo que nunca más deberíamos volver a ser. 

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