Cuando descubrimos lo que había detrás de este muro nos llevamos una sorpresa. En una callejuela mejicana que bien podría confundirse con la de cualquier barrio de Caracas, los arquitectos de Root Studio nos sorprenden con una casa ultra moderna. Los requisitos eran claros y específicos; construcción rápida, agradable a la vista, con poco dinero y respetar (a toda costa) un árbol que se erigía en el terreno.
La propuesta fue simple y acertada. Diseñar la casa moderna en forma de L
bordeando al árbol, arrimándose a los muros perimetrales y creado un patio interno. Y se superaron la expectativas. Esta casa nos enseña a ser fieles a los materiales, a la naturaleza y al contexto urbano. ¡Tienes que verla!
En Venezuela por motivos de seguridad casi todas las casas de ciudad se encuentran amuralladas
para no atraer curiosos ni delincuentes. Sin embargo muchas veces se corre con el riesgo de sobre-diseñar
estos muros y caer en el mal gusto. Éste pecado no se ha cometido en esta casa, pues vemos una simple pared que imita el color rojo de los ladrillos, y que sólo sube de altura del lado derecho para encontrarse con el techo de la casa. Un portón negro, ¡y ya está! Nunca imaginarás lo que se encuentra adentro.
Aquí el árbol al rededor del cual se levantó la casa. Lo suficientemente cerca para ganar metros cuadrados habitables, y lo suficientemente lejos para no bloquear del todo las vistas. Al hacer ésto, hay que tomar en cuenta no la distancia del tronco hasta la pared, sino el radio del follaje; no queremos que las ramas se nos metan en el cuarto.
Interesante aquí varias cosas; la casa a simple vista parece estar desnuda. Los ladrillos que vemos no son revestimientos sino los bloques mismos con los cuales están construidas las paredes. Podemos ver también la estructura de concreto armado, columnas y vigas se muestran sin timidez, tal como en la arquitectura brutalista e invasora de los ranchos de Caracas. Y sin embargo, es hermosa.
Para los incrédulos, basta con entrar para entender que la juzgaban demasiado rápido. El interior es exquisito. Suelos y techos nos siguen mostrando la verdadera naturaleza de sus materiales. Nada se esconde o se disfraza.
La distribución se acomoda a las exigencias de la vida moderna. En la planta abierta en forma de L
se dispone un cuarto de baño, la sala, el comedor y la cocina, en ese orden porque el comedor es un espacio siempre ambiguo. Siendo social y también privado, debe tener relación directa desde las actividades cotidianas de la cocina y también desde la sala.
Las ventanas son de proporciones perfectas. Cinco franjas de vidrio; tres grandes y dos estrechas, nos recuerda el estilo de Piet Mondrian de los años treinta, pero enmarcando el anaranjado terracota, la gravilla y los porrones del patio.
Las escaleras, junto a la sala, nos conducen a los dormitorios. Si te fijas está hecha también de concreto en sus primeros cuatro escalones hasta el descanso. El segundo tramo se solucionó con estructura metálica y huellas de madera. Simple, económico y de buen gusto. Por su livianez permite el paso de la luz entre las dos plantas y los metros cuadrados debajo de ella se aprovechan, no dejando que se conviertan en un espacio muerto.
Por último, pero no menos importante, el detalle de la cocina. Aquí el el material de techo y el suelo no cambian. En las paredes blancas no se muestran estanterías. Todo se resuelve en los gabinetes empotrados. Una tope de la misma madera de la escalera se soporta en una estructura artesanal de hierro forjado, recordándonos que estamos en el trópico.