Un bar es el punto de encuentro predilecto después de la oficina y fines de semana, para conversar con amigos, familiares y hasta alguna conquista, mientras se refresca el paladar con tragos y algo de comida. Pero este recinto no solo atrae a su público con buenas bebidas y excelente oferta gastronómica, también captura la atención de sus visitantes a través de su diseño y decoración, sin duda, factores decisivos del éxito del lugar.
La barra de tragos es el lugar que más destaca en un bar; en este sentido, la superficie debe ser lo suficientemente espaciosa para que cualquiera, solo o en compañía disfrute del menú. Los fondos unicolores y bien iluminados como éste permite que se destaquen los matices de los reflejos en las botellas, un elemento que, aunque repetitivo, siempre impacta.
En principio, debe poseer un equilibrio entre la comodidad de transitar entre las mesas y sillas y el aprovechamiento de cada rincón posible para situarlas. La opción más popular y muchas veces mejor es una distribución alargada, con suficiente distancia entre las mesas y la barra de tragos.
Infinidad de bares giran bajo una misma temática, y es entonces cuando destacarse de los demás se convierte en todo un reto. Es válido añadir objetos peculiares en la decoración, que compaginen con el aire que se quiere respirar en el lugar, como pinturas, fotografías y hasta elementos que se conviertan en el mismo mobiliario.
La iluminación de un bar es tan importante como sus bebidas, porque según la intensidad y el color de ésta van proyectándose las sensaciones del lugar. Las lámparas de luz blanca ayudan a ampliar visualmente el sitio y a darle ambiente familiar y fresco, mientras que las de luz amarilla evocan más diversión, misterio e intimidad.
No siempre la mejor forma de captar clientes es utilizando colores intensos una decoración sencilla, con la combinación entre tonos marrones, pasteles y el blanco, generara un mayor confort y al mismo tiempo, permitirá que el recinto tenga percepción de profundidad.
Hay que dejar un lado el temor a experimentar con elementos fuera de lo
común, como fotografías y cuadros al azar
(sabemos que son elementos muy pensados), que se conecten con el espíritu del bar. Solo se debe buscar la fusión entre todos los elementos del recinto, utilizarlos en las
columnas hará que se destaquen, y que los tonos sean idénticos en las paredes, puertas y el cuerpo de la barra brinda sensación de continuidad.
Una opción bastante original, por ejemplo, es valerse del estilo vintage en la decoración, pero reinventándolo tomando ideas de diversas épocas y dándoles forma en la actualidad. Si se opta por este estilo, las alternativas son muchas, como el clásico café de los años 20, con el cual podemos hacer un viaje al pasado, ideal para los amantes de lo clásico.
Muchas veces un único elemento es el punto final en la decoración de un bar. No se trata de cualquier elemento, es el rey del lugar precisamente porque tiene personalidad propia, como esta división, por ejemplo. ¿Otro plus de una idea así? ¡Que es muy ahorrativa! y, sin duda, define el bar… siempre será recordado por ESE elemento.
Uno de los colores que más incita a consumir es el rojo: refleja dinamismo, energía y alegría ¡No en vano tantas marcas lo tienen en sus logos! entonces, ¿Por qué no emplearlo en la decoración de un bar? combinado con el blanco proyecta elegancia, combinado con el negro el ambiente se ve enigmático y mezclado con colores tierra no deja de parecer clásico.
En este mismo sentido, otro elemento detonante de un lugar así puede ser algo tan útil y sencillo como una lámpara. Este, por ejemplo, de día es el bar ideal para una reunión de negocios y de noche parece ser capaz de transformarse en un ameno y acogedor lugar en el que esa lámpara será la más mirada. En definitiva, todo dependerá del concepto del lugar ¿Bohemio, chic o familiar? una vez determinado esto… ¡manos al bar!